-¿Cómo andás? -Bien... ¿O querés que te cuente?

Estas semanas pasadas han sido realmente movidas. Son esas épocas en que uno no sabe si debe levantarse por la mañana, no por pereza o por depresión, sino por miedo a lo que pueda suceder.
Y no me refiero a acontecimientos felices, como habrán podido deducir. Como comparación, podría decir que los hechos ocurridos han estado a la altura de la climatología, que fue más o menos la misma en todo el país, mucho frío, nublado, nieve o lluvia, viento, etc. O sea, un tiempo de mierda. Tampoco es un detalle menor como podrán ver más adelante.
En realidad la cosa arrancó mal a principio de año, con el afano en casa, pero a estas alturas es ya casi anecdótico. Arrimándonos más en el tiempo, hace dos fines de semana atrás, mientras limpiábamos el frente de la casa por la ineficiencia de los servicios de limpieza municipales, nos desapareció el perro de la familia. Un hecho desafortunado, si no conocen a mi perro.
Es un bóxer, pero más bueno que Lassie, le hace fiesta hasta a los ladrones. Come como Obelix, y se manda más cagadas que De la Rua y Cavallo juntos, y cuando hablo de cagadas me refiero a TODAS las acepciones de la palabra. Para colmo es tan bruto que no puede jugar con los chicos porque no los empuja, los atropella. En resumen, es un gastadero de guita naturalmente y rescatarlo no hizo más que adelgazar las ya flacas arcas familiares.
En ese fin de semana pusimos a descongelar la heladera, para ir a hacer las compras del domingo, pero la vieja y confiable enfriadora se tomó el retiro voluntario, lo cual, teniendo en cuenta que somos siete en casa y muchos niños que toman leche como terneros, nos complicó la vida en grado sumo al punto de tener que usar un baño de servicio, gracias al frío, como conservador.
La buena noticia es que se puede arreglar... y la mala que sale más barato comprar una nueva.
De todas maneras aún no logro hacer que un técnico se digne a venir a hacer otro presupuesto.
¡¡¡Argentina....País generosoooo!!!!
Pero aún no es todo, sino que a pesar que durante la ola de frío polar guardamos a las más chiquitas en casa, bastó que fueran dos días al Jardín de Infantes, para que se volvieran con una colección de bacterias y virus, debutando con vómitos, diarrea, moco a granel y otitis. De más está decir que el cuadro empeora por la noche/madrugada, como cualquier padre podrá haber deducido.
En fin, sigo en la lucha, pero como les decía al principio, me da miedo levantarme, porque en el Shopping a unas cuadras de casa hay una muestra de dinosaurios, y no se en que momento me puede mear un Argentinosaurus huinculensis.