¿Será que se viene el fin de año?

Cuando se tienen determinados tipos de experiencias durante la vida, algunas de ellas suelen marcar hitos que son los que nos permiten mirar luego hacia atrás y poder ver los caminos andados, las decisiones que en ese momento hicieron que optáramos por uno u otro rumbo, y al igual que un viajero, aunque se desande el trayecto, lo que uno se encontrará en ese otro sendero, no será jamás lo mismo que hubo antes.
Por ello hace ya un buen tiempo que dejé de preguntarme "¿Qué hubiera sido si...?", puesto que jamás lo sabré, ni podré imaginarlo. Si he encontrado más positivo tratar de ver en donde estoy parado y preguntarme hacia donde quiero ir. Como no se lo que me deparará el viaje, al igual que los navegantes de antaño, solo me fijo una meta e intento tenerla presente para rumbear lo más parejo hacia ella. Ya se que estoy generalizando mucho, pero también aprendí que no existen recetas que indiquen como hacer las cosas siempre igual, así como que el compañero de viaje, ve las cosas de forma distinta que uno.
Parte de esta perspectiva al ver las cosas, es conocerse uno, y para eso hay un millón de interrogantes que surgen a cada paso. No es nada fácil y si bien me vi tentado a escribir sobre ello, acabo de borrarlo, porque como ya dije, no hay recetas.
Lo que si tengo más claro ahora, es que si uno sigue ese norte y hace las cosas de acuerdo a sus valores y principios más íntimos, la felicidad no está en el destino, sino en disfrutar del camino.
Y si me preguntaran hoy si me considero feliz, sin dudarlo respondería que si, a pesar de todo aquello que me falta por hacer, mejorar, cambiar o empezar.
Lástima que me impedí de poder sentirlo por tantos años.