
Dado la inquietud manifiesta de algunos bloggeros que suelo visitar me decidí a aclarar ciertas dudas sobre el tema.
Por lo avanzado de mi edad y aproximàndome en forma vertiginosa a la curva de los 40, siento la necesidad imperiosa de buscar ese hito que te revela LA VERDAD. Ya no soy más un pendejo, aunque la cabeza te diga lo contrario y el cuerpo aguante.
Y me pregunté cual es esa señal inequívoca que te indica el quiebre, el inicio de la segunda mitad de la vida.
Lo primero que pensé era en las canas, respuesta obvia si las hay, pero me encontré con infinidad de casos en los que esas malditas indicacoras del transcurso de los años suelen aparecer en forma temprana, tanto que hay conocidos que estrenaron algunas apenas pasadas sus primeras dos décadas de vida. Resultado: ese no era el parámetro correcto.
Luego me vino a la mente que la calvicie podría ser un buen indicador. Inclusive en las mujeres, la caida del cabello suele presentarse en la vejez, como lo indican esas señoras con pelucas o batidos que se sientan adelante en la misa. Pero en mi experiencia personal, la tonsura comenzó a vislumbrarse antes que me casara, que dicho sea de paso, no pude usarlo como excusa contra mi esposa para inculparla que se debía al estrés producido por el matrimonio. Segundo fracaso, pero no me di por vencido.
Una mañana, mientras me afeitaba, vi asomarse de la nariz un cabello oscuro, primero pensé que al recortarme la barba se me había metido un pelito en la nariz, pero al intentar removerlo, como estaba firmemente arraigado en el interior de mi apéndice nasal, el dolor fue tal que se me piantó un lagrimón y se me frunció el upite. Allí recordé que alguien, alguna vez me dijo que estos eran los pelos más largos del cuerpo. Esto me rememoró un compañero del laburo anterior, más o menos de mi edad, que tenáa una nariz prominente y con los vellos nasales podía hacerse trenzas y como esto ocurrió hace un tiempo, hube de descartar la idea. Tercer error.
Ya a punto de darme por vencido, sin haber encontrado la respuesta que aclarara en forma definitiva mi dilema, y como por casualidad, ella vino a mi como un angel. No, no era la respuesta, sino mi mujer que se me acercó amorosamente a mi oido como para susurrar palabras de amor, y suavemente me dijo:
-"Uyy! ¡Mirá, tenés un pelito en la oreja!"
Y así, sin más, procedió a removerlo tan rápido que no pude iniciar ninguna acción evasiva, lo que hubiera empeorado las cosas, ya que tenía asido al mismo entre sus dedos, porque que el largo del filamento piloso lo permitía, y tiró del mismo haciendo que tuviera una visión similar a la del Hubble, pero con costo cero.
De más està decir que los epítetos que afloraron de mis labios no pueden ser reproducidos aqui, a los que ella contestó solo sosteniendo ese pelo en frente de mis ojos, con una sonrisa. Y me dije, he aqui la respuesta, siempre cerca de mi mente y yo sin poder verla (porque no suelo revisarme el interior de las orejas en el espejo).
Ese es el dato que denota sin posibilidad de error, que ya nos estamos poniendo viejos.
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